Me da lata asociar otras cosas con la u, pero ya no hay vuelta atrás.
Cuando intento convencerme de que así es la vida, es una sensación ridícula, como la de un suspiro que tranquiliza, pero que es finito al igual que la paz que esconde.
Ayer odié un rato la vida, la injusticia me supera y en verdad si me diera el espacio para sentir libremente, sentiría más odio del que podría contener.
Pensé en mi abuela, en mi mamá, en mi prima, en las más valiosas para mi y en lo empinado que se han vuelto sus caminos.
Pensé también en como me sentí infligiendo dolor y en todo lo que tuvo que pasar para que recién ahora pudiera comprender qué ocurrió y ver la escasa profundidad de lo que creí sin fondo.
Pero todo eso está lejos de ser un consuelo.
Caer en la inconsecuencia en pos de la fidelidad a uno mismo ratifica en parte el curso del pasado, me haría reconocer un juicio injusto si no me molestara también mi propia inconsecuencia, invalida el tinte de oscuridad que con minuciosidad dejé plasmado en todo lo que una vez que lo evocaba como recuerdo agradable, lo seguía un sentimiento intenso, algo que no alcancé a descubrir, pero que si lo dejara fluir me imagino que sería una mezcla ilegible entre nostalgia, impotencia, incertidumbre y tristeza, vulnerabilidad pura. Me preocupé de espantarlo todo instantáneamente, suponiendo que así se esfumaría con el tiempo, pero con cada paso se vuelve más indescifrable, oscuro y arrogante.
Respirar, recobrar la calma y seguir caminando me resulta fácil cuando se trata del azar o del grado del esfuerzo, pero no cuando se trata de la vida.
Me frustra que en la vida la correlación entre el resultado obtenido y el esfuerzo, el trabajo, los sueños y deseos, no responda a ningún esquema. Me descoloca, porque implicaría afirmar que la felicidad por el logro obtenido y la rabia por la injusticia, carecen de peso porque muy a pesar de todo, habían tantas probabilidades de que la vida nos favoreciera como de que no lo hiciera.
Respirar, recobrar la calma y seguir caminando me resulta fácil cuando se trata del azar o del grado del esfuerzo, pero no cuando se trata de la vida.
Me frustra que en la vida la correlación entre el resultado obtenido y el esfuerzo, el trabajo, los sueños y deseos, no responda a ningún esquema. Me descoloca, porque implicaría afirmar que la felicidad por el logro obtenido y la rabia por la injusticia, carecen de peso porque muy a pesar de todo, habían tantas probabilidades de que la vida nos favoreciera como de que no lo hiciera.
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