domingo, 30 de diciembre de 2012

Cuando no soy muda


Y qué consuelo es ese, de saber que no puede usted leerme, cuando en realidad soy yo quien no puede ni escribirse.


(...) Me vino una nostalgia catastrófica, considerando que tenía que estudiar para la prueba y que no había tiempo, porque obvio, nunca hay tiempo. Y es de esas nostalgias que me las guardo generalmente, porque por un lado sé que está todo perdido, y por otro lado odio tener que acostumbrarme a esa idea, porque es realmente desalentadora. Si alguien decidiera buscar una forma de castigarme en vida, sería quitándome la esperanza así. (btw i guess life did) No me pregunto cómo es que sigo queriendo a la vida, porque no tengo idea. 
No entiendo cómo es que mientras más simple es el sueño de alguien, más drástico es el vuelco que da la vida en pos de destruirlo... y la gente sobrevive. La gente aún sonríe, al menos la mayoría, la que pretende saber cómo vivir en este mundo y la que siente que tiene parte del control. Y es que también es mal visto tener nostalgia.
Siempre he pensado que no tengo 'permiso' para hablar de esto, por las decisiones que he tomado, y por los hechos que respaldan esa idea; que pasado pisado, a rey muerto rey puesto y así.
Lo obvio sería que yo estuviera en paz con todo. Que mirara atrás con sonrisa bonachona, repasara mi historia por última vez y la despidiera para siempre, suavizando el olvido con un hasta luego que sabe a hasta nunca y continuara la no vida que me queda tomando esta etapa como superada.
Lo obvio sería que no sintiera dolor, y no que lo disfrazara con la ferocidad de la indiferencia que impregnó de rabia todo lo mío. 
Tener a quien culpar está lejos de ser un alivio. Pero si hay algo que no tengo, es ganas de defenderlo. A veces porque se vuelve adictivo; casi siempre porque sin quererlo, de fragmentos dolorosos, se arma un discurso aún más hiriente que dicta que no vale la pena.
Hay tanto que ha cambiado, que no me extraña mi amargura, mi tristeza ni mi letargo; me decepciona y a la vez confirma la imagen deplorable que no deja duda que abandonarme siempre es una buena idea. 
No sé si es vida tener tantos reparos. Me siento miserable por todo el esfuerzo que significa sentirme bien. Defiendo mi trato espontáneo, mi risa y la felicidad propia -cuando la tacho de auténtica- con fuerza desmedida, sin tanta lágrima y sin tanto de mi.
De cierto modo no sigo viva. No toco flauta, no saco fotos, no escribo. Duermo y sueño. Leo y sufro. Voy al cine y lloro. Las no vidas ficticias se vuelven más intensas mientras la mía se ralentiza y gasta.
Me afirmo de la inconsistencia que significa en mi, compartir una vez más mi vida con alguien que quiero. Cuestiono menos y me sorprende lo consistente que se torna mi vida; lo fácil que emana lo espontáneo cuando el miedo se aparta. Me elevo un palmo, me hundo medio. Me llena saber que no lo he impuesto. 
Me anima saber que no miento, saber que siento y saber que cuento; me anima porque mi vida es mía cuando el mundo brilla y el mundo brilla cuando me permito libertad; cuando escapa la rabia; cuando soy y vivo mi propio remiendo.

jueves, 27 de diciembre de 2012

#1

Me pregunto si será común dictar mentalmente las propias normas de conducta. Camila sonríe. Camila, sé agradable. No empujes, no te enojes, no enganches.
Antes me gustaba más la gente. 
Puedo ir muy enojada, pero me río igual. Mientras no pierda eso, vivo.
#una desagradable de mierda

sábado, 29 de septiembre de 2012

Con mi voz de plata haré temblar.

 — Romper los cristales, llorar, esperar. 
Quisiera dejarlo callado y triste, pero en lugar de eso, me guardo el final del discurso que nunca empecé. Y a eso se reduce todo.
A veces quiero sacar en cara el origen de la desconfianza y de ese dolor añejo por el que aún parpadeo fuerte cada vez que lo menciono... pero es inútil. Absurdo e inútil y comprenderlo así es lo que lo hace más decepcionante.
Porque la vida sigue y esa es su única virtud. No es la forma en que parece llevarse o traer el equilibrio, tampoco la forma en que nos muestra todo lo que abarca o limita. La vida sigue y obliga, ata, silencia. 
Sigo yo con ganas de recomponer mi mundo, mientras veo que a lo único que me limito es a una mueca de reprobación. Soy un tema pasajero al que se recurre para aumentar alguna autoestima ajena; un conjunto de actitudes infantiles y repugnantes a las que se puede recurrir cuando se olvida por qué ya no estoy. Soy un argumento inválido con falta de perspectiva, y el elemento moldeable que otorga la razón. Soy justo lo que se necesita odiar y olvidar. Mi mundo y el mundo sigue, sin importar cuánto odie a lo que me he reducido, y afirmarlo así es un error terrible, porque sé que me estoy centrando en un universo pequeño y que reduce su tamaño con el tiempo y la vida. 
Ni yo comprendo por qué me perturba tanto, ni por qué esa sensación se hace recurrente, aún cuando sinceramente ya no anhele volver en el tiempo, aún cuando ya no busque ni espere. Ahora, cuando no tengo ganas de recordar, y cuando lo hago no se me nubla la vista; cuando mi propia cordura ya no requiere señales.
Me acostumbraría a la idea si  hacerlo no me obligara a renunciar y verme insignificante. Aunque en realidad lo hago, me acostumbro, aunque con eso muera un poco.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Antes que.

Se siente horrible, pero pasa. Pasa y vuelve, porque ningún consuelo es permanente, y el evitar pensarlo no trae olvido, sino que vigencia.
A veces de la nada me acuerdo y me lleno de vergüenza. Después hay tristeza, desesperanza y evasión.  Lo único que he aprendido sobre esto, es que a medida que una crece, crece también el número de preguntas, crece el vacío y se debilita la ilusión del hogar. Se desvanecen los lugares seguros, se aflojan las cerraduras. Por más que busque, acá no hay.
Usted no me conoce, no tiene idea, mejor no se moleste.
Sí, me dolió, y harto. 
De cierto modo, ya pasó, y es lo que tiendo a forzar. Quizás debí haberle escrito. 
Hacerlo antes, era despedirse antes de tiempo. 
"Siempre me identifiqué con su bajo perfil. Su vida fue durísima, pero admirable (...)" 
Hacerlo después, era absurdo, necesario y doloroso. Sabía que ella ya no me podía escuchar;
"Usted fue la Flor más valiente y bella y es así como la recordaremos (...)" .
No lo hice porque me convencí que yo no fui tan relevante en su vida; porque en un anticuado afán autodestructivo, elegí hacer caso omiso de mi. 
(...)
Mi mamá me pidió que le cantara. Mis primas, mis tías, todas le cantaban. La nieta pródiga, supongo. Busqué su canción y se la canté. Mi abuela se estaba muriendo, estaba postrada, a penas hablaba, pero ahí la tenía, cantando conmigo.
Preferí encerrarme, lloré un poco y evité toda forma de consuelo. En el fondo todos estamos solos. Para mi, esa conclusión drena en mil cosas, pero lo que me llama la atención, por lo añejo del tema, es que desembocaba en el pensamiento de lo sola que hubiese estado de todas formas, si hubiese seguido al lado de dfskljfa. De esa forma dejo que crezca un poco el odio, el resentimiento y la autosuficiencia; a ver si esa vía es más efectiva que las anteriores.
(...)
De muchos modos, ya pasó. Se fue mi abuela, se fue mi tío. Lo primero fue agónico, lo segundo demasiado pronto para procesar, incluso hoy.
Hoy hubiese podido sobrevivir en mute, como todos estos meses, a que me perturbara el aspecto del niño de la micro; lo ignoré con éxito, pero nobodyknowswhy no fue suficiente y no porque yo flaquease. Se confirma una nueva teoría, una horrenda y desesperanzadora, pero que trae esa paz inútil de la que me he colmado; porque todo esto apesta, pero estoy tranquila, porque ya lo sabía.

viernes, 1 de junio de 2012

Delete (2)

Otro borrador antiguo. Lo leo y me da gusto recordar lo útil que fue haberme dado el tiempo de desenredar todo lo que creía sentir.
Hay tantas cosas que cambiaría, pero decidí conservarlas por muy ridículas o melosas que parezcan, porque la vida también funciona así. Nunca ha tenido mucho sentido maquillar la memoria ni rehuir del pasado. Me apesta la idea, la frase, el concepto, pero es lo que hay. Es lo que soy también.
Si me lo preguntan, desearía no haber necesitado jamás escribir algo así.
Hay tanto que ha cambiado desde ese entonces.
* * *
>>Ya sabía yo wn que no me puedo fiar de la palabra de las personas, menos de gente tan cambiante. La idea aún me descompone, así que la evito, pero siento que evitarlo es una de las cosas menos sinceras que puedo hacerme. 
Siempre pensé que habría un antes y un después. Claro que no pensé que el después llegaría tan pronto y no sé bien como retorcer mi propio concepto sin convertirme en una desalmada.
>>Me cuesta creer que pueda existir más de un antes, y un después definitivo que supere mi concepto de realidad. Eventualmente caeré -de nuevo- en esa dinámica infame, de repensarlo todo, de idealizar y adorar la imperfección, porque así soy no más, y lo lamento bastante, sobre todo por las personas que intentan aceptarme. En volá si no fuera tan ilusa, me costaría menos desahogarme, pero como hace tiempo dejé de encontrarle sentido, suelo hacerlo con alguna intención, intención así como que de la nada aparezcan arco iris y que empiece a sonar música y todos se unan a la coreografía espontáneamente megahipercoordinada… porque OALÑKSD soy un desastre .__. Con suerte me dura el entusiasmo para escribir. Y siempre escribo pero antes de terminar, recuerdo el vacío que me dejará el saber que no hará ninguna diferencia y me desmotivo de nuevo. Aparte que me dejo al descubierto, y una de las pocas cosas de las que me valgo cuando estoy a punto de echarme a morir, es el recordar que a pesar de la transparencia, nadie tiene idea de verdad, onda, pueden juzgarme con alevosía, pero en realidad son puras especulaciones. Así como me atormenta no entender algunas cosas, confío en que quien se crea dueño de mi verdad, está equivocado. Me esfuerzo quizás demasiado en no demostrar tanto, hasta que siento que no tengo nada que perder, es decir casi nunca. En este caso literalmente no tengo nada que perder, pero igual me carga que se note cuando me refiero a alguien en particular. Y si, igual a menudo me refiero a alguien en particular, porque no sé. No sé en verdad. Me perturba, pero como que ná que ver. Quizás muera como un misterio no resuelto, y será no más, siempre que muera antes que yo o que por lo menos no me consuma del todo y no me convierta en una ancianita amargá :( En algún momento dejaré de darle vueltas, o eso creo siempre, pero como lo dejo inconcluso al final empiezo de nuevo y aquí va: creo que su antipatía es intencional y su crueldad no siempre es tal cosa. Tendría motivos pero ya no les veo sentido. Ahora estoy una vez más fuera de su vida, y de la peor manera. 
>>No me puedo quejar de soledad, pero a veces lo hago. Encuentro otro abrazo, pero me gana la culpa. Intento y me aburro fácil. No he encontrado nada en la vida que me apasione tanto que no me aburra. Y cuando creo encontrar algo, me aterra pensar en el desequilibrio y el dolor que conlleva la entrega. Repaso mis errores, intento hacer las cosas de otra manera. Igual termino entristeciendo gente. Complico todo, intento explicarme, pero sé que son excusas. Me da asco escucharme. Opto por no hablar, pero eso nunca me dura mucho.  Deseo quizás con demasiado fervor que la respuesta no dependa de mi. 
>>Me cuesta reconocer cuál es mi lugar, excepto cuando está afuera. Es fácil jugar ese papel en la vida, aunque a veces duele. Siempre pensé que era por el hecho de que implicaba reprimir impulsos, pero ahora creo que duele porque lo que implica es miedo. Ya no logro entregar nada sin sentir vergüenza, pensando que quizás no es suficiente, o frustración, pensando que quizás es innecesario. >>Soy una cobarde con todas sus letras, llena de traumas imaginarios, de miedos ridículos, de dolor autoinfligido. He puesto la vida a prueba, pero el resultado no lo tomo muy en serio. Tampoco la prueba. Creo en la vida de todas formas, me maravillo cuando trae equilibrio y cuando revierte lo que luce irreversible. Me hace feliz cuando trae oportunidades a quienes merecían un respiro, sobre todo a quienes por poco dejan de creer en ella. 

sábado, 5 de mayo de 2012

Delete

Wanna claim without being stupid. Wanna hear sometimes that's correct to feel the way i feel even though i feel like shit. 
I wanna know that sometimes I'm right, that i'm exactly where i should be, but it seems i belong nowhere and i agree but i really don't understand what the hell am i doing in this world if i pray asking to die and no matter how much i mean it i keep waking up every morning and the ones that do die remind me i am really stupid, that i should be thankful because i've got family and friends and home and truth is i try really hard, and i do thank , but i can't see the point of living a life that everyone else would live and enjoy and do everything better than me in my place.
I lack of desires, i've heard too many times that the fuck i wish is impossible or that i shouldn't expect that shit. I prefer not to think about desires, but when i wanna take the chance and consider my own will, i find nothing. I forgot how to make a simple wish or how to expect something without caring if it gets real.
Memories are almost gone. I begged for a long time not to lose them, ever. It's not even painfull to remember. Always though it would harm as hell to take a sit and watch all the shit that's gone, but it doesn't. I find it difficult to believe that i really enjoyed the things when i had them, so it hurts but in a different way, 'cause i  believe I wasted every single moment, because i look at the mirror and i know i'm a fool always overthinking. I can't even remember if I was happy, can't recall it now no matter how much i try, but I really, really hope i was. 
I wish I could see clearly, I wish i was different and i though different and i didn't care if everything falls apart or changes or ends. 

domingo, 8 de abril de 2012

Año cuatro.

Es difícil sincerarse con uno mismo, es fácil perder la costumbre.
Poco es lo que he deseado y muy poco por lo que he luchado. Ni siquiera estoy segura de haber luchado por algo. 
Suele detenerme la sensación de que no lo merezco o que no pertenezco o que la vida es asquerosamente voluble.
Siempre he pensado que rogar por algo es un acto carente de sentido. O quizás para mi lo es, porque no hay nada que desee con fervor. Pase o no pase, no lo sabría apreciar. Y qué, si al final se hará la voluntad inexplicable, la independiente y terca 'voluntad'. 
Nunca se ha tratado de lo que deseo. Si fuera así, si fuera tan simple como salir a buscar y encontrar, buscaría apoyo. Y no es que no tenga, es que me pesa, sobre todo cuando caigo en la cuenta de que la incondicionalidad es reversible, perturbable tras cada palabra, que jugar honesto no siempre es apostar a ganador, que todo puede malinterpretarse, que todo puede aburrir, todo puede terminar cansando. 
La vida es muy rara, no me anima a construir un mañana donde nada de lo que tengo sirve como tal, porque requiere una medida, variable a cada instante, en una balanza que no sé usar.
No tengo la esperanza puesta en ningún lado, quizás por eso abunda el vacío.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Mínimo energético

Ahora es cuando me viene la misma duda de siempre, que si es que estoy pensando en muchas cosas simultáneamente, que no logro enfocarme en nada o si realmente estoy pensando en nada. 
Caigo principalmente en el mutismo y me rodeo de un ambiente propicio para continuar la vida. Suelto sonrisas, canto en voz alta, omito el tema. 
Miro un poco atrás y veo mis épocas de pesadumbre y como todo lo que hago revela mi pesar, para descubrir con el tiempo que no era más que un pesar vacío. 
Que si es injusto, que si valió la pena, que si no sirvo, que si la vida es un asco. 
Acertijos miserables, que intento apartar cuando algo terrible pasa, pero a la vez se apartan de mi sentimientos que incluso yo reconozco con extrañeza que su ausencia es anormal.
Cuando lo que acontece es un problema, existe por lo menos la posibilidad de exponer un punto de vista distinto. 
Cuando se trata de hechos fortuitos, enfermedad fulminante y muerte inesperada, como ha ocurrido últimamente en el círculo del que tomamos parte con mi familia, no logro enfocarme en otra cosa que no sea en lo cotidiano, en las dificultades a las cuales se enfrentarán las personas más involucradas para continuar viviendo, en cómo reorganizarán sus actividades, en cómo ayudar a que se sientan integrados. 
No me hace sentir mucho mejor recordar lo poco que parecen afectarme estas situaciones cuando estoy involucrada directamente. 
Cuando pienso en cosas así, lo primero que pienso es en mi abuela. Ella murió cuando yo tenía cuatro años y me acuerdo que fui yo quien la encontró desmayada en la cocina. 
Quizás unos meses después, yo, en mi vestido azul, me peinaba frente al espejo y le hablaba en voz alta a mi reflejo, adjudicandome la causa del dolor que vi reflejado en el rostro de mi familia, al haber sido yo quien la encontrara, convirtiendome -sólo ante mi misma- como la culpable y portadora de malas noticias. 
No me acuerdo haber llorado mucho, y no sabría decir si fue porque no entendía lo que pasaba o si por alguna otra razón de niña no caí en el desconsuelo total.
Escuché a la pasada que el médico le había comentado a alguien, que le quedaban pocas horas de vida, y con la indiferencia de quien comenta el clima, se lo dije a mi otra abuela cuando estábamos en el patio y la miré impresionada al ver el efecto de mis palabras.
La velamos en mi casa, había gente, mis amigas, y corríamos por el patio y por la casa hasta que mi tía nos llamó la atención. No me dejaron verla y no reclamé hasta cuando a mi prima, más pequeña que yo, la tomaron en brazos para que se despidiera de ella.
En el cementerio, me quedé abrazada de mi mamá. Estabamos de pie mirando y mi mamá empezó a sollozar y a interrogar a la tumba de mi abuela sobre lo que haríamos ahora. No sé en qué pensaba yo. No sé si fui recién ahí consciente de lo que pasaba o si sólo me descolocó ver a mi mamá perder la calma, pero supongo que alguien se apuró en sacarnos de ahí.
Escucho como mi prima a veces, aún luego de quince años, se recrimina no haber aprovechado a nuestra abuela cuando estaba acá. Yo me acuerdo de su pelo cano, de los masticables que traía en su delantal y de cómo me esperaba en la puerta cuando me traían del colegio. A veces pienso que hubiese preferido quizás quedar con un vacío antes que tener una capacidad de regeneración tan efectiva que a mi parecer escapa un poco del estándar normal, pero en cierto sentido agradezco poder recuperarme pronto de hechos totalmente inalterables.
Cada vez que analizo mi comportamiento en esa época sospecho que soy un monstruo insensible, lo que es realmente contradictorio si se toma en cuenta la cantidad de lágrimas con distintos matices que he dejado salir en mi vida. 
Lloro más las pérdidas cuando se trata de una ruptura que cuando es alguien que deja de existir; el injusto proceder de la vida me desespera más cuando se trata de un malentendido que no tiene aspecto de poder revertirse, que cuando el malentendido consiste en un cáncer de pulmón en alguien que nunca fumó.
Quizás podría explicarse ese estado de mutismo o de aparente indiferencia e insensibilidad, como producto de una aparición grotesca de sentimientos simultáneos que desembocan en una caída emocional, un pozo de mínima energía, donde todo se junta y forma un aglomerado opaco casi imposible de redispersar 
La vida es rara y aún así veo como ante el más adverso clima, frente a situaciones irreversibles, injustas, arbitrarias y dolorosas, la mayoría de las personas reestructuran su vida y logran sonreír. Es tal vez por eso que tiene sentido, pero no justifica, el hecho que me duela más ver como hay cosas que podrían ser de otra forma pero no lo son, y no precisamente porque la vida sea así, sino que porque hay un componente subjetivo, impredecible e incontrolable que surge sin ningún patrón establecido, sin ningún respaldo del destino y que surge de las personas, de sus sentimientos y elecciones. 
Me descoloca el hecho que tengamos real inferencia en nuestras vidas. Cuando perdía el rumbo, me agarraba del destino, pero ya no sirve descansar en un ideal en esos términos, al menos no como un soporte estable desde que el destino deja de ser un camino incorruptible, desde que las elecciones marcan una diferencia que pueden desviarnos totalmente de los planes iniciales y son casi tan incomprensibles como las vueltas de la vida.
Lo cierto es que en la realidad ni siquiera es posible distinguir si esto es huir del destino o si es realmente correr a su favor. 

jueves, 1 de marzo de 2012

Día nueve.

Me volvió la alergia, y tengo quizás más agobio que pena.
Me da lata asociar otras cosas con la u, pero ya no hay vuelta atrás.
Cuando intento convencerme de que así es la vida, es una sensación ridícula, como la de un suspiro que tranquiliza, pero que es finito al igual que la paz que esconde.
Ayer odié un rato la vida, la injusticia me supera y en verdad si me diera el espacio para sentir libremente, sentiría más odio del que podría contener.
Pensé en mi abuela, en mi mamá, en mi prima, en las más valiosas para mi y en lo empinado que se han vuelto sus caminos.
Pensé también en como me sentí infligiendo dolor y en todo lo que tuvo que pasar para que recién ahora pudiera comprender qué ocurrió y ver la escasa profundidad de lo que creí sin fondo.
Pero todo eso está lejos de ser un consuelo.
Caer en la inconsecuencia en pos de la fidelidad a uno mismo ratifica en parte el curso del pasado, me haría reconocer un juicio injusto si no me molestara también mi propia inconsecuencia, invalida el tinte de oscuridad que con minuciosidad dejé plasmado en todo lo que una vez que lo evocaba como recuerdo agradable, lo seguía un sentimiento intenso, algo que no alcancé a descubrir, pero que si lo dejara fluir me imagino que sería una mezcla ilegible entre nostalgia, impotencia, incertidumbre y tristeza, vulnerabilidad pura. Me preocupé de espantarlo todo instantáneamente, suponiendo que así se esfumaría con el tiempo, pero con cada paso se vuelve más indescifrable, oscuro y arrogante.
Respirar, recobrar la calma y seguir caminando me resulta fácil cuando se trata del azar o del grado del esfuerzo, pero no cuando se trata de la vida.
Me frustra que en la vida la correlación entre el resultado obtenido y el esfuerzo, el trabajo, los sueños y deseos, no responda a ningún esquema. Me descoloca, porque implicaría afirmar que la felicidad por el logro obtenido y la rabia por la injusticia, carecen de peso porque muy a pesar de todo, habían tantas probabilidades de que la vida nos favoreciera como de que no lo hiciera.
* * *

lunes, 20 de febrero de 2012

Reemplazo en el Hospital San José. Día uno

Debo ser exasperante cuando no me siento cómoda.
Obvio que si, es mi área, pero no sé casi nada. Y me paso mil rollos, de pacientes muriendo porque en lugar de darle paskisjkdaorilil, como decía la receta (...), yo les mandé paracetamol. 
Me sentiría muchísimo más cómoda si supiera para qué chuchíngale sirven las cosas. Además me estresa ser una carga, retrasar a la gente, andar preguntando y no saber que hacer. Recién cuando hice la práctica el año pasado noté que por mucho que tuviera ganas de esconderme para no ser un estorbo, no podía andar disculpándome todo el día, porque seguro que eso es trescientas veces más molesto. Y porque estaba donde tenía que estar.
El sentido de pertenencia lo he desarrollado al mínimo, por el cuadradismo de pensamiento y por miedo quizás a cualquier grado de arrogancia. Pero no puedo jactarme de eso cuando en lugar de hacerme sentir triunfadora frente al mal, me quita la paz de los momentos que bien podrían haber sido momentos de felicidad. 
Me produce dilema afirmar que no podría haber hecho mejor las cosas, porque realmente lo creo y me quema ver como se contradice con el espíritu de superación que abunda en esta etapa, pero en realidad me trae tranquilidad, sobre todo cuando logro aceptar que no soy del todo incompetente, argumentando que es la competencia que me corresponde siempre y cuando logre pensar con la cabeza fría al momento de valorar el trayecto.
* * *
No me quejo porque ñlaskd. Pero si tuviera la posibilidad de elegir, elegiría vacaciones de verdad, sin la presión del semestre a medias, sin sacrificios extras por muy por mi bien que sean.

jueves, 16 de febrero de 2012

Día cero

Llegar a un punto y asignarle valor por su sola existencia es un ejercicio admirable y complicado pese a que su resultado es un exponente de la sencillez. Aún así, la selección del punto de inflexión, partida o final, no responde a otra cosa más que una opción, por mucho que se encause en función de la neutralidad que otorga la aceptación del presente como el propio destino.
En verdad siempre me ha dado flojera discutir, en parte porque me anticipo a mi eventual ruptura de convicciones ocasionada por la posible fragilidad de carácter que llevo como emblema. No estoy muy segura de ninguna de estas cosas pero el flamante orgullo que poco me gusta admitir, y la poca tolerancia al fracaso, como alguien definió mi recelo cuando era chica, me hacen desear encausarlo todo a un estado donde no se note mi existencia. Ahí nadie cuestiona ni rebate o resquebraja sueños demenciales, creencias anticuadas, esperanzas carentes de fundamento. Ahí donde no hay diferencia;  donde la consecuencia única va por mi cuenta y el sentido de consecuencia es casi un suicidio.
Todo esto partió como una tarea. Un mes, aunque temo que se alargue, tratando de evitar subestimar mi punto de vista ni amontonar emociones acrecentando el rencor. 
Confío que del silencio haya aprendido, que el tacto no se me escape, que no se esfume la discreción; haber creado en el trayecto el juicio para distinguir la palabra innecesaria y dañina de la palabra saludable; que la aversión al cambio no me detenga del todo, que el amor propio se engrandezca al abandonar el control de mi reflejo y no así al revés.
* * * 
Mi punto son los 21. Ningún otro cumpleaños ha significado algo, más que la certeza de recordar una vez al año lo que significo en quienes tengo cerca. Veintiuno es un número que jamás significó algo para mi. Puede que en algún momento lo haya despreciado por ser impar o porque a veces lo confundía con un número primo. Veintiuno ahora hasta me produce cierta gracia, veintiuno, la mayoría de edad. Pese a que continúa siendo un simple número, me recuerda que es tiempo quizás de abandonar la predisposición a la fragilidad.  Que es absurdo aferrarse a las trabas impuestas.
* * *

"Then a mighty hand comes down.
And we think that we are saved, but the hand is made of clay..."
Hadlock Padlock (K.Dawson)