jueves, 4 de diciembre de 2014

Disguise

Me gusta ese chaleco amarillo, debe ser la sensación de envolverme en una corteza física de mi talla, de mangas infinitas, de largo acogedor. Me envuelvo con ganas de llorar pero las lágrimas nunca llegan. Se me hinchan los ojos y pareciera que es sueño, pero es agobio, se me pasan las horas que parecieran minutos, pero es el tiempo en que debería estudiar.
Es tan contradictorio el entorno, esa burbuja a la que me ceñí por años sin comprenderla, con la esperanza de que en algún momento hiciera total sentido. Cómo dejar de culparme sin caer en un espiral de justificaciones; cómo no replicar los errores sin negar a la existencia la oportunidad de ser diferente.
Cómo mantener la fe si cuando la he mantenido me hiere. 
Cómo desenvolver la madeja de resentimiento y dolor para evitar que me ciegue el resto del camino; cómo dejar de evitar el camino difícil, aún conociéndolo, con el objetivo de vivir algo remotamente diferente y apabullantemente similar.

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