Usualmente estoy esperando algo más estable que me salve y me haga desear con todas mis fuerzas pasar el tiempo de la mejor forma en pos de ese objetivo. Y es ese el objetivo el que no logro ubicar.
Hago el trabajo mental de no recordar las veces en que "pensar positivo" y "hacer todo lo posible" no sirvieron más que para dudar de mi. Sé que no es la idea, que por algo pasan las cosas y clichés varios, pero eso no quita que me sienta desamparada frente al futuro a causa de la porción infructífera de mi presente que de a poco se torna cada vez más abundante. Me impuse horarios que cumplo sin convicción. Acumulo con devoción materiales que hoy no me animo a usar. Me proporciono conocimientos que cuando tengo tiempo para aplicarlos, los desestimo porque recuerdo que no deberían ser mi prioridad. Estudio sabiendo que debería ser mi prioridad, pero sabiendo que no es mi fuerte y que no sería la primera vez si fallara a pesar de la dedicación.
Me cuesta confiar en las personas pero lo hago parcialmente y a veces me enorgullezco de la indiferencia con la que asumo las fallas, en compensación a todos los años que gasté tratando de sanarme de las mismas.
Cumplo con las metas y no me cuesta enumerarlas porque responden más a una necesidad, a un camino que tracé hace años y que sigo por fidelidad a mi pensamiento de esa época más que a un actual deseo ferviente. No logro verme de aquí a un año, ni a dos ni tres. No logro verme más que en ocho semanas más, estudiando con desesperación o bien descansando por una vez con real satisfacción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario