martes, 29 de julio de 2014

Driving driving driving to our graves graves graves.

Los párpados me pesan, en el metro me siento mal.
Llevo años sintiéndome mal en el metro, me adormece y desgana. El ex me reclamaba porque no aprovechaba el camino juntos, pero yo en realidad me sentía mal. bollocks
Quizás son los cambios, las ilusiones no concretadas, las expectativas jamás cumplidas y la culpa de no haber sido lo suficientemente positiva aún siéndolo en contra de lo que creo. No sé. Me abruma, todo me abruma.
Si, son los cambios los que me sientan mal. Incluso los posibles, los que nadie sabe aún si se perpetuarán.
Avanzo porque no queda otra, o eso es lo que me sigo repitiendo, lo que le contesto a mi mamá cuando me pregunta si saldremos de ésta. Obvio que si, como si tuviera otra opción, detenerse nunca lo ha sido. 
Les pregunto si es una mala racha o si es sólo la vida. La vida me dicen, pero preferiría que no fuera así. Si es la vida entonces sé que se me hará eterna, obedece, responde, cumple, sigue.
Ojalá escuchara que todo va a pasar.

sábado, 12 de julio de 2014

Faking peace

Tanto que suspira, me dice, y me río porque no tengo otra opción. 
Culpar a la dosis baja es mi último recurso, el que casi ni me atrevía a mencionar, pero necesito ayuda, ayuda de verdad.
Me siento extremadamente estúpida por seguir esperando un gesto último de compensación al daño. Daño irreversible para mí, porque otra vez saturé los oídos y otra vez opté por el encierro -como si tuviera otra opción.
Sé que no estoy sola, lo que no sé es por qué me siento tan jodidamente hundida y perdida ni por qué acepto con tanta flexibilidad que mis personas sigan fallándome, que sigan desplazándome en sus listas de prioridades y que se acuerden de mí cuando necesitan algo.
A veces me pienso como acostumbrada al sistema, el que sea . Dejo que me hablen de más, que me humillen un rato, que me juzguen sin tener ni puta idea y que tomen las decisiones por mí. 
Quiero llorar pero no quiero. Mi mamá me mira con enojo y me exige que rinda cuenta de los ojos hinchados por la mañana, como si las lágrimas fueran consecuencia de algo distinto a la desesperación de no saber... porque no sé que hacer, no tengo ni puta idea cómo sentirme mejor en este instante. Me enseñaron a respirar pero se me olvidó así que hora suspiro y me expulso de los pensamientos que en esta ocasión no tienen nada de imaginarios. Son tan reales como mi podredumbre pero pareciera que ni aún así tengo derecho a vivirlos. O tal vez si derecho, pero no el valor.
Me pregunta si a veces me siento sola y le digo que si. Es difícil pero aprendí a calmarme, onda, respiro profundo y funciona. Que él no podría, igual lo entiendo porque lleva más de tres años pololeando, pero si estuviese soltero sé que podría, no tendría otra opción. Que si tengo con quién ir a patear las piedras, pero le cambio el tema porque la respuesta es no y no quiero pensar en eso. Tengo harta gente preferida, a la que le aguanto los desaires involuntarios, pero se ven todos tan bonitos desde acá que me da lata ir a perturbarles sus vidas con mi sombra... igual lo hago, con un cargo de conciencia horrible  y distanciado lo más posible, recurriendo a cambios de tema drásticos para dejar en el olvido el mal rato que invariablemente significo.
Necesito desesperadamente una victoria, pero sé que sentir eso no ayuda en nada, así que prefiero seguir caminando y aprovechar mi lentitud para estudiar con calma, sin meditar tanto el rumbo y tratando de disfrutar el aprendizaje forzado.

>>Prefiero mil veces las preguntas que venían de ese cariño sepultado por los años antes que analizar las palabras tipo monólogo sordo provenientes del presente suicida, que terminó de acribillar mi paz.