No me veo de aquí a mañana, ni ningún mañana en cualquier medida de tiempo imaginable. No soy y no sueño y así mismo es como no vivo, ni tampoco anhelo, aunque sí, pero eso es mío y sé que no depende de mí.
Nada depende de mi.
La fe en el estudio la perdí hace un año. El esfuerzo, la capacidad y la suerte.
La suerte, esa que no creía plausible, la que me negaba que tuviera alguna influencia... hasta que vino quién me enseñó a creerla. No lo culpo, ni lo venero. Tal vez disminuyó el grosor del velo que ciega, pero el resto fue mi trabajo.
Hoy necesito suerte.